jueves, 31 de mayo de 2007

De los cuadernos de la Ciprianilla VI

La puesta en común de los trabajos trae numerosas discusiones otra vez sobre las obras, sobre los mismos temas y otros nuevos. Retroalimenta de un modo que a todos entusiasma sobre la vigencia de estos textos y la diversidad de caminos reflexivos a los que nos conducen. Así surge una nueva consigna: escribir al mail de todo el grupo aquello que han aprendido de sus compañeros en estas fechas.

Tengo mis notas al respecto de todos modos.

Mainardi y Malosetti presentan un video que es lo que han preparado para compartir con sus compañer@s. Además han escrito nueve páginas sesudas sobre las obras leídas y el tema en cuestión, explicando las relaciones intertextuales que fundamentan su creación (excelente excelente excelente).
El video gusta muchísimo, lo vemos dos veces para interpretarlo.
Se habla de la distancia entre la fuerza de los conflictos expresados por la tragedia y nuestra manera contemporánea de licuarlos a fuerza de farmacopea tranquilizante.
Causa numerosas relecturas la interpretación de las flechas con las que se simbolizan las posiciones de Antígona y de Ismene en el conflicto. Me gusta que mi relectura se suma a otras sin mayor autoridad, sin inhibir su producción de sentidos. Es más, creo que esto nos está gustando a todos, se ha convertido en una clave para inventar qué decir y cómo y la usan: se encadenan numerosas relecturas de la obra a través de los símbolos incluidos en el video y que se deben a la inmortalidad de Milan Kundera.
Destaco este modo de incluir los intertextos (lo mismo que el caso de los dibujos debidos a la inspiración de Woody Allen y su “Edipo reprimido” en historias de Nueva York.
En un momento se produce el mejor elogio que alguien pueda recibir: una compañera (Brenda) dice “Ahora quiero leer el tp”.


Aznar, Puleio y Bacher se preguntaron por qué perduran los clásicos. Comienzan sobre la hipótesis de que los clásicos cuestionan de algún modo el orden establecido y en su ejemplificación recuperan obras leídas en años anteriores, como Farenheiet 451, pero también mencionan “algo” que merece ser revisado a la luz de la noción de arte, de obra, de autor, de discurso: “Colón y su descubrimiento de América”. Sobre esto quiero escribir en el blog.
Cuando analizan cómo hace esto la literatura estudiada se refieren con exclusividad a Edipo Rey (y esto es un problema de su exposición). Explican que su argumento, su mundo ficcional, desafía la ley natural, la ley del tiempo. (En el camino, se refieren a esta obra como “cuento” lo cual a esta altura motiva la gastada general y cariñosa de sus compañer@s.) Vemos cómo se da esto y profundizamos en la referencia de Jason a la violación de un orden temporal. Como sé que esto lo he dicho yo en clase provoco la revisión de este razonamiento que se ha automatizado. Esto nos hace volver sobre el análisis del incesto, para lo cual recuerdo la interpretación oída por mí en la conferencia organizada por YOK en el Chacarerean Teatre el año pasado.

(Ya la pedí por mail, veré qué me contestan.) (Me contestaron que me avisarían cuando lo terminaran de tipear.) (Nunca me avisaron.)

viernes, 18 de mayo de 2007

De los cuadernos de la Ciprianilla V

La próxima semana tenemos los dos días feriados, así que este día acordamos y diseñamos entre todos el trabajo con el que se evaluarán las conclusiones del trimestre, haremos un pequeño cierre, un mojón en el tratamiento de nuestro tema central. ¿Cuál es? Les cuento que he logrado darle un nombre al tema del año: “la permanencia de los clásicos”, aunque podría plantearse aun de modo más general como “la perdurabilidad en el arte”.

Escribo el tema en el pizarrón y les planteo que pensemos cuántas preguntas podemos hacer sobre ese tema: ¿por qué perdura algo en el arte?, ¿cómo perdura? (charlamos largamente acerca de modos vinculados a la materialidad: los soportes como el papel o el papiro o la piedra señalada y de estos modos pasamos a otros que dan lugar a nuevas preguntas que siguen), ¿quiénes hacen que perdure? (se refieren al poder que señala a los escritores que afirman su ideología, a los que hacen que una obra se venda y otras no, a los críticos de arte, a los escritores que retoman en sus textos otros anteriores y nos llevan o invitan a releer aquellos, etc.), ¿con qué consecuencias? (esto tiene que ver con qué modificaciones en nuestro conocimiento y en nuestra mirada sobre el mundo provocan las lecturas que conocemos: resonancias a la hora de leer el diario, por ejemplo; con cómo lo que hemos leído perdura en nuestra interpretación del mundo, en la vulgarización de ciertas imágenes de libros nunca leídos, etc.)

Entonces, les propongo que piensen cuál de estas preguntas les interesa indagar y que piensen en recuperar cómo todo lo trabajado hasta ahora les permite armar una hipótesis de respuesta sobre este asunto, que en otro momento del año podrán volver sobre otra pregunta, que ahora para acotar la investigación tomen solo una. Rápidamente se dan cuenta de que no hay manera de responder una sin aludir de algún modo a las demás, así que eso los tranquiliza.

Vemos que una investigación de este tipo puede luego mostrar sus conclusiones de diferentes modos, se discuten e intercambian algunos.

En la semana en que no nos vemos casi no recibo mailes con comentarios a la marcha del trabajo. Apenas dos días antes de la entrega algunos me escriben con preguntas sobre la consigna que me alarman por su desconexión con ella. Contesto haciendo saber mi enojo, además. Luego los trabajos resultan increíblemente buenos, personales y creativos en su mayoría y todos con gran dedicación.

jueves, 17 de mayo de 2007

De los cuadernos de la Ciprianilla IV

Leemos textos producidos en relación con aquella consigna.
Comenzamos con el de Brenda. Julián recoge de él muy bien el tema de lo correcto como el que liga cada una de sus partes. Efectivamente, aunque parece que Brenda no lo tenía demasiado claro ese es el punto. Observamos que como subtemas aparecen el del sentido común o consenso y el de la tensión entre lo político y lo individual (nombrado como “humano”, diferencia sobre la que hago mi marcación oral).
Dana asocia a algunos términos del texto de Brenda el recuerdo de Romeo y Julieta, justificamos entre los que de diversos modos conocemos el argumento. La relación está dada por la enemistad entre familias como obstáculo para el amor.
Martina lee el suyo que comienza con un epígrafe de La resistencia de Sábato. El tema central es la metáfora de la ceguera y entonces, le recomiendo Informe sobre ciegos del mismo autor. A su vez, cuestiona la relación entre hermanos y la define y la explora críticamente. Su texto causa fuerte impresión. Así que vemos qué tienen de común y de diferente con el de Brenda: ambos están “bien escritos”… ¿Qué significa esto? Que nada suena mal, que se dejan recorrer, uno escucha y entiende, nada nos traba. Luego, el de Brenda es más ajustado a una exposición y el de Martina es más “de las tripas”. ¿Qué significa esto? Vemos que Martina habla más sobre ella (sin nombrarse, sin egocentrismo), toma la obra como excusa para pensar sobre temas que la preocupan o le interesan. En cambio, Brenda habla de la obra de Sófocles, como algo que está afuera de ella. Resulta así más escolar su texto que el de Martina, que es más autorreflexivo.
Luego Estefanía lee su texto porque ve que presenta debilidades. Efectivamente es muy breve, trata apenas una pregunta que se responde sin mayor investigación. Así recomendamos maneras en las que ella (como otros que se identifican con ese mismo problema) puede desarrollar: no responder una sola pregunta sino varias relacionadas (tal como proponía la consigna) y volver sobre las partes del texto a las que se hace referencia para problematizar la lectura, no responder desde el puro recuerdo automatizado, desde lo que creemos que la obra decía (ya sabemos los efectos que una relectura puede provocar, descubrirnos hasta que el texto decía lo contrario de lo que habíamos creído).

viernes, 11 de mayo de 2007

De los cuadernos de la Ciprianilla III

Hacemos una puesta en común de la lectura de Antígona de Sófocles. Consiste en lo siguiente: tiene cada uno que pensar una pregunta sobre la obra que se refiera por una parte a algo que no ha comprendido y quiere que le resuelvan los demás; por otra parte, a algo que ha descubierto y quiere formular como acertijo a l@s compañer@s a ver si ellos también lo resuelven. Las preguntas con más que interesantes e inmediatamente convocan discusiones a través de la necesidad de responderlas. Trato de que no abundemos en esto sino que sigamos preguntando y reflexionando sobre la calidad de las preguntas clasificándolas como intrigas o acertijos respectivamente. Algunas comienzan ubicándose de una parte para pasar luego a la otra. Esto –explicito- implica una tarea de reflexión sobre la consigna y sobre lo que cada uno/a es capaz de comprender o interpretar sobre lo que se le pregunta en diálogo con lo que ha sido hasta ese momento su posición de lectura.

Algunas preguntas que recuerdo trataban sobre las razones de Antígona o de Ismene para actuar según su modo. Casi siempre se trata de preguntas que objetan implícitamente sus argumentos. Entonces, se vuelven interpretativas, evaluativas. En algún caso se resuelven por el contrario volviendo sobre la letra del texto. Lo mismo sucede con otras preguntas sobre el criterio de Creonte para juzgar, apelando a la comparación sus juicios sobre Antígona y Polinices (¿qué es una traición?, ¿cualquier violación a la ley es una traición?, ¿traición es sinónimo de trasgresión?) o sobre Antígona y Hemón. Aclaramos sobre estos dos personajes qué significa ser “la prometida”. Recordamos la responsabilidad que por las hijas de Edipo asume Creonte. Vemos que no se trata de una pareja de novios en el sentido moderno.

Una pregunta es casi una compulsa pública: ¿es cierto/adherimos a los dicho de Creonte en cuanto a que “nada es más terrible que lo humano”?

Toda la clase preguntando resulta una consigna de escritura: relacionar por lo menos tres de las preguntas y elaborar un texto que responda a ellas y trate el eje temático que las vincula.


viernes, 4 de mayo de 2007

De los cuadernos de la Ciprianilla II


Brenda, continuando el tema, se pregunta si en esa época un rey era visto como un Dios tal como parece desde el texto. Esto convoca comentarios que ameritan una línea de tiempo y el resto de la clase se va en contextualizar históricamente la obra.

El primer paso de esa contextualización consiste en diferenciar el tiempo del mito y el de la producción de la tragedia. Una cosa es el no-tiempo del mito (recordamos a grandes rasgos cuál es la función y los temas y la tradición enunciativa de los mitos) y otra el siglo V aC de Sófocles. Hablamos entonces de una de las máximas creaciones de la cultura griega de este tiempo: la democracia. Aclaramos el sentido original de esta palabra en griego (y su vigencia crítica aún hoy) como gobierno por distritos (no “gobierno del pueblo” como le gusta decir a Mariano Grondona).

Explico cómo los comerciantes griegos ganaron su derecho a la representación a través de sus aportes en metálico a la guerra del Peloponeso (entre Atenas y Esparta). Que el teatro era una institución que producía concursos y representaciones ritualizadas aproximadamente tres veces al año (desde las Fiestas Panhelénicas: a las que acudían hasta los colonos, hasta las que se daban en cada distrito). Revisamos qué era un ciudadano en Grecia y qué un esclavo (diferencia entre esclavitud y pobreza o ignorancia en este contexto: el esclavo en el mundo antiguo no es lo mismo que el esclavo negro o indio en el mundo de la modernidad).

Cuestión que la reflexión sobre la diferencia entre el Rey y un Dios debe leerse en términos más políticos que religiosos. La religión en Grecia es parte de las prácticas políticas. Así como ahora la diferenciación entre las instituciones políticas, religiosas y científicas, preserva a la fe un lugar exclusivo y diferenciado, exclusivamente místico, el de las religiones; en tiempos en que esas instituciones producían conjuntamente sus discursos, a nadie se le hubiera ocurrido pensar la cuestión religiosa como una puramente relativa a la fe con exclusión de la ley, el respeto del orden y la garantía de verdad en el conocimiento. Y todo esto también se vinculaba con un sentido y unas formas para el arte que era político y religioso también.

Entonces, ¿piensen Uds. si creerían los griegos que veían esta obra que un rey era como un Dios? Y…: no.