jueves, 30 de agosto de 2007

Cuando gana la plata

Hay muchas formas de ver un libro. Lo podés ver como una simple historia, como una forma de escapar de la realidad, una ayuda para superar un problema, un entretenimiento, etcétera. Pero hoy en día se ha agregado otra forma de ver un libro: como una fuente de dinero. Tristemente hoy en día ya no se puede distinguir si los libros son piezas literarias o máquinas de hacer dinero y por eso, que muchos son objetos vacíos, carentes de un significado connotativo, es decir, que solo dicen cosas simples que no dan lugar a análisis o debates. Estos libros destruyen la literatura y hacen que cada día desaparezcan un poco más las obras históricas, verdaderas obras, y al mismo tiempo, eliminan la introducción de nuevos autores con una visón no comercial de sus propias obras.

Entonces esto nos deja a merced de ¨tiranos corporativos¨ a los que no les interesa la literatura, solo les interesa la plata y entonces, quieren publicar solamente textos que les hagan ganar dinero y no unos que fomenten la cultura, porque estos no venden como a ellos les gustaría.
Pero ¿y si el día de mañana el que ya no vende tanto es Borges o Sófocles, seguirían estando a la venta, disponibles para todos, o nos tendríamos que conformar con saber de Edipo solamente por lo que nos dicen?

¿Cómo se les enseña a estos tiranos a ver el lado cultural de las cosas, cómo se hace para que dejen de pensar en la plata, o cómo hacemos para que puedan aparecer nuevos libros a los que en un futro podamos llamar clásicos y no best sellers? Es fácil, NO COMPREMOS, basta de agarrar un libro por la tapa o por las críticas de otros. Tratemos de ver más allá del título, y por supuesto ayudemos a la gente sin los medios para publicar sus propios libros. Por favor, no dejemos que desaparezcan los buenos libros, sigamos leyendo, porque esa es la única forma en la que nos vamos asegurar de que las obras que perduren seas las buenas obras literarias.

miércoles, 29 de agosto de 2007

El caballero de las palabras

"...y mandó al barbero que le fuese dando de aquellos libros uno a uno, para ver de qué trataban, pues podía ser hallar algunos que no mereciesen castigo de fuego. No dijo la sobrina, no hay para qué perdonar a ninguno, porque todos han sido los dañadores; mejor será arrojarlos por las ventanas al patio, y hacer un rimero dellos y pegarles fuego; y si no, llevarlos al corral, y allí se hará la hoguera, y no ofenderá el humo. Lo mismo dijo el ama: tal era la gana que las dos tenían de la muerte de aquellos inocentes; mas el cura no vino en ello sin primero leer siquiera los títulos. Y el primero que maese Nicolás le dio en las manos fue Los cuatro de Amadís de Gaula, y dijo el cura: Parece cosa de misterio ésta; porque, según he oído decir, este libro fue el primero de caballerías que se imprimió en España, y todos los demás han tomado principio y origen déste; y así, me parece que, como a dogmatizador de una secta tan mala, le debemos, sin escusa alguna, condenar al fuego. No, señor dijo el barbero, que también he oído decir que es el mejor de todos los libros que de este género se han compuesto; y así, como a único en su arte, se debe perdonar. Así es verdad dijo el cura, y por esa razón se le otorga la vida por ahora. Veamos esotro que está junto a él. Es dijo el barbero las Sergas de Esplandián, hijo legítimo de Amadís de Gaula. Pues, en verdad dijo el cura que no le ha de valer al hijo la bondad del padre. Tomad, señora ama: abrid esa ventana y echadle al corral, y dé principio al montón de la hoguera que se ha de hacer".

Y la ventana siguió abierta por un largo rato...

En éste capítulo de El Quijote, descubrimos su biblioteca y vemos la selección que el cura y el barbero hacen de sus libros. Algunos sobreviven, y otros son arrojados por la ventana para ser quemados.

Pero estos atentados a la palabra, al arte, al registro de ideas y pensamientos de millones de hombres, no encuentran representación solamente en los libros que sobrevivieron. La historia está llena de estos actos de ignorancia. Instituciones religiosas, gobiernos dictatoriales, regímenes fascistas, y otros, fueron los bibliocidas. Durante el Proceso en nuestro país, la quema de libros fue una política represiva "purificadora" del ser nacional. Los militares buscaban eliminar aquellos textos supuestamente subversivos. Los tiraban por la ventana. Como idea diferente que sale de cabeza loca (también tiraban locos por la ventana). Esta fue una guerra entre las armas y las letras. En nuestra realidad, estos dos conceptos no van de la mano. Lo describe Federico Jeanmaire en su autobiografía Papá donde cuenta su sufrimiento en el ejército. Y este enfrentamiento está presente desde siempre. En la ficción y en la realidad. ¿Será por que son dos fuerzas que siempre van a ser dos y nunca una va a ganarle a la otra? Y nosotros nos sentimos identificados con esta guerra porque la vivimos. Desde la dictadura en nuestro país hasta ser obligado a hacer algo que no se desea (como estar con los brazos quietos, perpendiculares al cuerpo, cerrando el puño y sufriendo la tortura, en vez de estar usándolos para escribir).

Sin embargo, es posible lograr la armonía. En otra realidad conocemos a Don Quijote, y en la nuestra, a su autor Miguel de Cervantes. Ambos amantes de las aventuras, y ambos creadores de historias.

Quijote es un caballero que viaja y protagoniza muchos motivos literarios (la quema de libros, las típicas historias de amor, el héroe y su compañero, son algunos pocos de ellos), y a la vez escribe su propia historia, la historia que quiere vivir. Como en un gran escenario, improvisa, porque Alonso Quijano es un actor, y el ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, su personaje preferido, el que ya lleva en la piel y no quiere sacar.

Y Cervantes, el soldado aventajado, el enamorado del ejército, el caballero de las palabras, el gran director de esta obra. La que deleita a sus lectores, la que es un clásico universal, y la que no fue tirada por la ventana.

Don Quijote y Cervantes: dos realidades distintas que ejemplifican la combinación perfecta y armoniosa de las armas y las letras.

miércoles, 22 de agosto de 2007

Otoño

Sobre aquel caballo flaco y fiel, iba montado un jinete de triste figura. Sus sentidos están preparados para emprender un nuevo viaje a los lugares a los que siempre deseo ir, conocer y vivir y no solo imaginar. Huele a aventuras, un perfume que le gusta. Ve castillos y posadas, doncellas y campesinas. Prueba el sabor de la victoria y el de la derrota, que con honor acepta.

Palabras combinadas, que juntas, solo con mirarlas, pueden hacer ver y sentir algo que no es materia. Un destino agradable para cualquier viajero que busca aventuras. Una mujer perfecta para un solitario que quiere algo de compañía. ¿Cómo conseguir un pasaje? Yendo a la agencia de turismo, también conocida como “biblioteca”, y eligiendo el pasaje que más atrape a cada viajero.

Y cuando por fin está en nuestras manos, nuestros ojos son el cable que conduce las palabras a nuestro cerebro y esas palabras se transforman en imágenes, y lo que alguna vez fue tinta en un papel, ahora nos comparte su mundo y nos lo muestra. Nosotros lo aceptamos y seguimos caminando por esas hojas, y esas hojas hacen ruido. A veces, el ruido de las hojas que suena dentro de nuestra cabeza, sale por nuestra boca. Si el sonido que compartimos no tiene un idioma común, no se entiende, pero las ondas siguen vibrando en nuestra mente. El incomprendido las comprende. Las cree. Las ve. Y se enamora.

Pasión. Amor. Locura.

Y aquel caballo da su primer paso. El jinete lee la primera palabra. Y no pueden parar de galopar y de leer. Solo pararán cuando la última hoja haga el último ruido en el árbol llamado Dulcinea.

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por África Silvelo

El método de Dalí se fundamenta en las teorías de Freud. La paranoia es la enfermedad en que el enfermo revela de forma espontánea aquella imagen que para él conforma la realidad, es una imagen deformada por sus obsesiones y problemas, que adquiere una nueva apariencia como fruto de la fusión entre el deseo y la realidad. El deseo de cómo quiere el paranoico que sean las cosas y la realidad tal cual es, en las deformaciones paranoicas hay imágenes y formas procedentes de la realidad, no hay una ensoñación pura. Es decir, el enfermo interpreta la realidad de un modo determinado que se repite una y otra vez. Un aspecto asociado a la paranoia es la concatenación de fenómenos y la causa última de ésta sería la disfunción entre los deseos y la realidad. El método paranoico-crítico consistiría en la extracción consciente de los elementos que conforman el mundo interior del paranoico. Dalí lo va a materializar a través de la imagen doble, es decir, va a crear una imagen que sin transformar su apariencia externa conforme una segunda imagen, de forma que el espectador al contemplarlas pueda discernir ambas imágenes. Según Lucía García de Carpi, Dalí proponía plasmar "las imágenes de la irracionalidad concreta". Según el propio Dalí sería "una representación tal de un objeto que sea al mismo tiempo, sin el menor cambio físico, ni anatómico, la representación de otro completamente distinto".

El enigma sin fin es un ejemplo muy complejo de esta técnica. Por un lado tenemos un paisaje, una playa con unas montañas al fondo y una barca varada en la orilla. Las montañas del fondo se transforman, en un segundo nivel de visualización en la figura de un filósofo pensando con la mano apoyada en la cara. Esta figura enlaza un tercer nivel de visualización conformando la figura de un galgo, tomando como pierna delantera la quilla de la barca. A esa concatenación de imágenes es a lo que Dalí denomina imágenes encadenadas. La barca de la playa es la barriga de una mandolina y la mujer sentada es la peana de un frutero con peras y a la vez es un rostro (nariz, boca y barbilla) cuyos ojos están formados por dos pequeñas barcas.


domingo, 5 de agosto de 2007

Colaborando con la perdurabilidad de Edipo Rey de Sófocles

El horrible día de hoy estuvo lleno de frustraciones y alegrías. Terminar con nuestra reescritura de Edipo Rey de Sófocles no resultó nada sencillo.
La tecnología se peleó con nosotras, pero no nos venció.
Cuando la música se escuchó en el momento exacto en el que debía escucharse, fue como ver a un hijo nacer.
Así que, después de una tarde lluviosa con chocolatada y facturas, presentamos nuestra forma de reescribir Edipo Rey, la obra que exprimió nuestros cerebros.

Las Srtas. Pecchia, Tarica, Lerner y Kreizerman