miércoles, 29 de agosto de 2007

El caballero de las palabras

"...y mandó al barbero que le fuese dando de aquellos libros uno a uno, para ver de qué trataban, pues podía ser hallar algunos que no mereciesen castigo de fuego. No dijo la sobrina, no hay para qué perdonar a ninguno, porque todos han sido los dañadores; mejor será arrojarlos por las ventanas al patio, y hacer un rimero dellos y pegarles fuego; y si no, llevarlos al corral, y allí se hará la hoguera, y no ofenderá el humo. Lo mismo dijo el ama: tal era la gana que las dos tenían de la muerte de aquellos inocentes; mas el cura no vino en ello sin primero leer siquiera los títulos. Y el primero que maese Nicolás le dio en las manos fue Los cuatro de Amadís de Gaula, y dijo el cura: Parece cosa de misterio ésta; porque, según he oído decir, este libro fue el primero de caballerías que se imprimió en España, y todos los demás han tomado principio y origen déste; y así, me parece que, como a dogmatizador de una secta tan mala, le debemos, sin escusa alguna, condenar al fuego. No, señor dijo el barbero, que también he oído decir que es el mejor de todos los libros que de este género se han compuesto; y así, como a único en su arte, se debe perdonar. Así es verdad dijo el cura, y por esa razón se le otorga la vida por ahora. Veamos esotro que está junto a él. Es dijo el barbero las Sergas de Esplandián, hijo legítimo de Amadís de Gaula. Pues, en verdad dijo el cura que no le ha de valer al hijo la bondad del padre. Tomad, señora ama: abrid esa ventana y echadle al corral, y dé principio al montón de la hoguera que se ha de hacer".

Y la ventana siguió abierta por un largo rato...

En éste capítulo de El Quijote, descubrimos su biblioteca y vemos la selección que el cura y el barbero hacen de sus libros. Algunos sobreviven, y otros son arrojados por la ventana para ser quemados.

Pero estos atentados a la palabra, al arte, al registro de ideas y pensamientos de millones de hombres, no encuentran representación solamente en los libros que sobrevivieron. La historia está llena de estos actos de ignorancia. Instituciones religiosas, gobiernos dictatoriales, regímenes fascistas, y otros, fueron los bibliocidas. Durante el Proceso en nuestro país, la quema de libros fue una política represiva "purificadora" del ser nacional. Los militares buscaban eliminar aquellos textos supuestamente subversivos. Los tiraban por la ventana. Como idea diferente que sale de cabeza loca (también tiraban locos por la ventana). Esta fue una guerra entre las armas y las letras. En nuestra realidad, estos dos conceptos no van de la mano. Lo describe Federico Jeanmaire en su autobiografía Papá donde cuenta su sufrimiento en el ejército. Y este enfrentamiento está presente desde siempre. En la ficción y en la realidad. ¿Será por que son dos fuerzas que siempre van a ser dos y nunca una va a ganarle a la otra? Y nosotros nos sentimos identificados con esta guerra porque la vivimos. Desde la dictadura en nuestro país hasta ser obligado a hacer algo que no se desea (como estar con los brazos quietos, perpendiculares al cuerpo, cerrando el puño y sufriendo la tortura, en vez de estar usándolos para escribir).

Sin embargo, es posible lograr la armonía. En otra realidad conocemos a Don Quijote, y en la nuestra, a su autor Miguel de Cervantes. Ambos amantes de las aventuras, y ambos creadores de historias.

Quijote es un caballero que viaja y protagoniza muchos motivos literarios (la quema de libros, las típicas historias de amor, el héroe y su compañero, son algunos pocos de ellos), y a la vez escribe su propia historia, la historia que quiere vivir. Como en un gran escenario, improvisa, porque Alonso Quijano es un actor, y el ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, su personaje preferido, el que ya lleva en la piel y no quiere sacar.

Y Cervantes, el soldado aventajado, el enamorado del ejército, el caballero de las palabras, el gran director de esta obra. La que deleita a sus lectores, la que es un clásico universal, y la que no fue tirada por la ventana.

Don Quijote y Cervantes: dos realidades distintas que ejemplifican la combinación perfecta y armoniosa de las armas y las letras.

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