jueves, 28 de agosto de 2008

Morir de lo mismo


En la obra de Federico García Lorca el ¨bueno¨ sufre y al ¨malo¨ no le pasa nada. Esa es una forma de ver las cosas, Bernarda, la madre opresora, no sufre ante la muerte de su hija y nada en ella parece cambiar: desea ocultar la muerte de su hija de la misma forma que tapa sus sentimientos, los de las hijas. Y Adela, el personaje bueno bondadoso gentil e inocente, muere.

Sin embargo uno, refiriéndome a mí mismo y otro que comparte mi opinión, puede no verlo así porque de echo en la historia Adela, el personaje que muere, si bien lógicamente sufre por su muerte es el único personaje que se libera de la opresión de Bernarda es la única que al morir logra vivir, abandona su mundo de opresión y tristeza para pasar, con la muerte, a una libertad infinita. Es decir, con la muerte consigue la vida.

En cambio, Bernarda, el personaje que supuestamente es libre ya que no obedece a nadie y lidera a su familia, es la que más muerta queda. Es decir, queda en lo mismo, la muerte de su hija no produce ningún cambio en su vida, no la hace estremecerse de tristeza ni gritar por la pena, no, solamente la hace querer ocultar la muerte, impura (por no morir virgen), según ellla, de su hija.

En este momento uno puede sospechar que Bernarda va a salir de su ignorancia y reconocer su error y cambiar en su forma de ser, pero no lo hace porque así como esa obra no es una tragedia común, este no es un personaje común que evoluciona, reconoce y se sustituye (en relación con el género) por uno que no reconoce porque no desea hacerlo y que no cambia porque tampoco lo desea.

Según Aristóteles el héroe trágico cae en desgracia por algún error fatal, la hamartia, pero… ¿cuál es el error fatal que comete Adela? ¿Qué hizo que la lleva a su muerte?

El error de Adela es simple, quiso vivir en un mundo de muertos, quiso decidir por sí sola en un mundo donde decide el rey (Bernarda), trató de hacer lo que su corazón quería y no lo que su madre quería. Uno en este caso se pregunta si todo lo que hizo Adela puede ser considerado un error. En su mundo sí pero en el nuestro no. Y aquí es donde volvemos a entender que Adela no calló en desgracia, Adela vivía en desgracia y es gracias a ese terror fatal que logra librarse de la desgracia y conseguir la libertad.

En la tragedia clásica y también en la de Lorca los personajes que dicen la verdad son pocos ya que generalmente todos los personaje están en el engaño y la negación. Esos personajes hablan con metáforas para decir las verdades, pero dentro de estas metáforas usan palabras simples. Lo que confunde más a los demás personajes que no entienden sus palabras por más simples que sean. Por eso se los tilda, generalmente, no de sabios sino de locos.

Además el único que las puede entender es aquel que logra liberarse de la ignorancia, aquel que tata de entenderlas y ver cómo solucionar sus problemas y no el que quiere que las pálabras le solucionen los problemas. El único momento en el que los personajes pueden entender las palabras de los sabios es cuando ya es tarde y cuando han pagado el precio de la necedad.

En la tragedia de Lorca el personaje que dice la verdad es María Josefa, la madre de Bernarda, la abuela de las niñas, el personaje más viejo y lógicamente con más experiencia de vida. María Josefa utiliza, obviamente, la metáfora en sus frases: "ni tu ni yo queremos dormir, la puerta sola se abrirá. Y en la playa nos meteremos en una choza de coral"…

Ella es la voz del deseo, la que nos anuncia el conflicto que se avecina y la que habla por los que no pueden hablar. Con sus palabras uno puede entender lo que está ocurriendo; es, con todas las diferencias, el Tiresias de Lorca. Es, también, el personaje que a través de la lectura más vida y más luz emana. Uno solo con leer sus palabras ve la emoción del personaje y la vida que irradia demostrándonos que solo se puede lograr la felicidad hablando la verdad y no callándose nada.


Kevin Grünbaum

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