jueves, 15 de noviembre de 2007

PATRIA MÍA

¡Por la patria! Cuántos tiranos han usado esta frase como excusa, cuántas atrocidades se han ocultado con esta frase, todo todo, por la patria, una patria que no era de ellos, no, era de los “ignorantes”.

Vamos a limpiar esta tierra de ignorantes le dicen a Fierro unos tipos bien vestidos, váyanse les tendría que haber dicho él.

Pero no lo hizo, capaz que lo pensó pero eso no se sabe... ¿por qué no se lo dijo?, ¿por miedo? ¿Cuán grande puede ser el miedo que te obliga a quedarte quieto ante una injusticia? Tampoco culpemos a Fierro, un torazo que se negó al trabajo obligado para evitar ser domado. Nunca nadie hizo ni hace nada: siempre esperamos y mientras tanto, vemos a Roca en los billetes de cien y la mayoría no decimos nada.

Pero quién va a decir algo cuando ve uno de cien que no sea es mi plata. Y es gracioso como la plata cubre todo porque cuantas más rocas tengamos menos nos va a importar quién fue Roca y hasta lo vamos a querer querer y querer.

Pero mientras tanto hay algunos que todavía lo sufren, y a pesar de que la Campaña terminó hace mucho, se siguen sintiendo acorralados y rodeados. Esta vez no son hombres con pistolas y sables, no, son hombres con alambrados y documentos los que los hacen sentir así. Y estos son más peligrosos que los otros porque, con coraje, contra los otros había chances, pero con estos, con el coraje, hay menos oportunidad todavía.

Pero bueno, es por la patria y eso lo justifica, eso justifica todo. Pero la patria no era de ellos, claro esto no está escrito y no se aclara en el billete, porque hacerle un monumento a unos chorros queda mal.

Lo peor es que hay muchos que pensaban igual al que apretó el gatillo, pero nadie se acuerda de ellos como lo que fueron, por lo bajo, porque el gatillo no lo apretaron.

Es raro escribiendo esto me da bronca y quiero salir a gritar y a pegarles a los que todavía continúan la Campaña. Pero es inútil, nunca me van a escuchar porque su mentor, que siempre va con ellos en el bolsillo les habla y les dice que cuantas más copias de él tengan, más felices van a ser. Y ellos le creen, y continúan con la alambrada hasta que un día ya no va a haber más cosas que alambrar, y es ahí cuando no van a saber qué hacer, porque no quede nadie para pisotear y como ya todos los que antes pisoteaban se camuflaron, tanto que se perdieron en el paisaje, no tienen donde pararse. Y ahí se van a caer.

Lo bueno es cuando ellos se caigan el camuflaje se va borrar y los que hayan perdurado, con aunque sea un poquito adentro suyo, van a volver a mostramos a todos quiénes son los dueños y quiénes los invasores ignorantes.

¡Viva la patria! no la mía, la suya.

1 comentario:

Verónica Pena dijo...

En una primera lectura suena corrido de la realidad tu manera de mezclar la historia de un gaucho como Martín Fierro con la de los indígenas de nuestro territorio. Incluso cuando una primera lectura de la obra de Hernández parece ponerlo a uno en contra de los otros. No obstante, el proyecto que se propuso quitarles la tierra a unos y quitar de la tierra a los otros, es el mismo; en ambos casos, por la esclavización o por la leva forzada, ambos fueron fuerza de trabajo sometida.
Ofrezco algunos sitios donde profundizar tu conocimiento de este período de nuestra historia: Frontera criollo indígena, síntesis histórica y José Hernández.
Besos