domingo, 15 de junio de 2008



Después del ocaso, después del fuego de mi abrazo, los dos son espuma negra, maestra del deslice por las cornisas del recuerdo sin más pudor que el de mi propia sombra, de abajo para arriba, toco mis huesos, si es que dejaste algunos además de tanto vidrio.

Las acuarelas con las que dibujamos cada estela de la ooomnipresencia divina del adiós y del hermoso desgaste en la pasión.

Qué aventura amarte con tanto pánico, mientras se va yendo la vida, y nos quedamos solos.

Mis pies ya se acostumbraron a no estar sobre la tierra para terminar debajo de ella.

Quizás encuentre otro barco para naufragar en llanto.

Y secarme sola.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Por la hostia!
No tenes idea de lo que me provocaste zorrita
Que terremoto, ni que terremoto! con este poema hiciste crujir el palomar!
Pues por mi doncellez a los doce años que voy a dejar de comentar para releerlo

Verónica Pena dijo...

Este es uno de los textos que salieron del taller de pintura y poesía.

¿Ven por qué digo y redigo "chapeau" para todxs?

BESOS