En Interrupciones I
Afuera seguía la lucha de clases, el capitalismo brutal, el duro trabajo, la estupidez, la represión, la muerte, las sirenas policiales cortando, la noche. Él tomo el endecasílabo, y con mano hábil lo abrió en dos cargando de un lado más belleza y más belleza del otro.
¿Quién es esta sombra que camina lejos?
Camina, camina, camina. Solo, y no tan solo, porque luego de tantas preguntas puede afirmar que el extraño sanantoniano bicho de Dios esta al lado de él encima de él abajo de él, así como estan su mujer, su hijo y sus compañeros, entre cada letra o palabra o verso. Y la Revolución. No deja de caminar.
Da pasos llenos de dulzura y tristeza, sin embargo no se da por vencido, y por un momento del recorrido, deja de acariciar el suelo con pasos/palabras suaves para emprender una corrida y pisar fuerte, tanto como esas botas. La furia lo abarca y acaba, y cava el 76 cava el 77. La sombra no puede parar de volar. Mata a la derrota con cada uno de sus versos asesinos y apalabra con rabia la muerte. Pero la memoria lo frena, la furia le da frío, y retoma su viaje, vuelo de gorrión que no olvida ni deja que una gota seque. El pajarito rejunta los pedacitos rotos y los desmuere, renaciendo sus seres amados y caminandolos con las pies del mundo, sin parada
sin parada se desvió de su objetivo principal para llegar a la puerta del vos vos vosmí , para luego retomar el camino, esta vez acompañado, amando, reamando, rearmando.
¿camino que no descaminará?
¿uno que no se entiende sino en dos?
camino que no descaminará
uno que no se entiende sino en dos
Ignorancias
tiempos oscuros/luminosos/el sol
cubre de sol la ciudad partida
por súbitas sirenas/la policía busca/cae la noche y nosotros
haremos el amor bajo este techo/el octavo
en un mes/conocen casi todo de nosotros/menos
este techo de yeso bajo el cual
haremos el amor/y (que) tampoco conocen
los viejos muebles de pino bajo el techo anterior/ni
la ventana que la noche golpeaba mientras brillaba como el
sol/ni
las camas o el suelo donde
hicimos el amor este mes/rodeados de rostros como el sol
que
cubre de sol la ciudad
Juan Gelman
Poema partido como la ciudad reina de hipocresía, brillante/el sol, caliente/el sol, quema/el sol. El sol cubre la ciudad hasta convertirla en cenizas y al mismo tiempo, como barras paralelas, brilla entre dos cuerpos que hacen el amor bajo techo.
Y el sol puede brillar, aunque sea por un mes, si se ignora la oscuridad. A pesar de que la noche caiga y aplaste la ciudad, las palabras siguen su recorrido sin pausas, ignorando lo oscuro para brillar, y teniendo bien claras las consecuencias. Hablan hacia adelante, como en un tobogán, hasta que se encuentran rodeados de rostros que queman como el sol, que conocen casi todo de ellos, menos esa luz que los encandila mientras observan por la ventana. Ignorantes.
Las palabras tropiezan, el sol cubre sus cuerpos como a la ciudad.
Brenda Kreizerman
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